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Promesa cumplida



Lamento haber tardado tanto, pero mi viaje fue largo y tortuoso. Recorrí miles de estrellas en busca de la verdad, conocí centenas de mundos diferentes en los que me llamaron de millones de formas distintas y salté de planeta en planeta esquivando numerosos asteroides que amenazaban con terminar mi existencia.

En el proceso regué mis plumas turquesa por el espacio dando nacimiento a nuevas y numerosas estrellas en el firmamento. Mi piel se deshizo y rehízo infinitas veces, consumiéndose tantas veces en el vació espacial que llegó un día en que incluso olvidé mi propio nombre.

Fueron sus plegarias y alabanzas viajando a través del cosmos las que lograron sacarme de aquel cuasi eterno sopor.

Si, mis queridos hijos, aun tan lejos de ustedes, logré escucharlos. Sus gritos taladraron mis oídos de serpiente, y sus numerosos rezos se adhirieron a mi piel reconstruyendo una a una todas mis plumas.

Decenas de cometas y meteoros pasaron frente a mí mientras descifraba su curioso mensaje, que por alguna extraña razón, no estaba hablado en náhuatl, sino en una extraña lengua que hasta el momento desconocía.

Nunca pensé en desistir, pero sí que hubo épocas en que me costaba discernir si aquello que mi pueblo pedía iba en verdad dirigido hacia mí. Cada vez que se me desanimaba, oía uno de mis tantos nombres y me animaba a mí mismo a seguir:

<<¡Quetzalcóatl!>> creía oír cuando mis alas estaban a punto de darse por vencidas de tanto volar.

<<¡Quetzalcóatl!>> me parecía escuchar cada vez que mis ojos se cerraban presas del sueño, la depresión y el cansancio.
Quetzalcóatl…

Fue así como logré regresar. Tomé sus plegarias y las convertí en un puente de luz multicolor que cruzó el espacio infinito y consiguió devolverme al lugar que ahora llamaban <<Tierra>>.

Dejé que el sol Tonatiuh bañara mi cuerpo. Atravesé las nubes que Tláloc había dejado en el cielo para cuidarlos, y aspiré el aroma de las flores que la hermosa Xochiquetzal había plantado en la tierra mojada.

Recorrí el Anáhuac volando con inmensa alegría, mordiendo de vez en cuando una mazorca dulce sembrada por el benévolo Centeotl. Luego tomé la forma de un hombre y recorrí los antiguos templos. Al principio me horroricé por verlos destruidos, pero luego me alegré al ver que ustedes, los hijos del maíz, seguían custodiándolos.

Me sorprendió la noche y entonces volví al cielo. Me materialicé para regresar a mi forma original y bajé por la escalera de nubes que la luna Coyolxauhqui dispuso para mí. Llegué al mismo tiempo que el viejo Xipe Totec, el cual justo estaba cambiando de piel para dar paso a una nueva primavera.

Me sonrió y me cedió el paso, dijo que su aparición podría esperar, pero la mía no.

Y pisando lentamente cada escalón, los miré atentamente. No solo me fijé en su exterior, sino también en su interior. Descubrí que había pena, violencia, tristeza y mucho dolor. Que habían alzado su puño los unos contra los otros, y que incluso durante largo tiempo se preguntaron si en verdad pertenecían a la misma raza o solo era un cuento para mantenerlos unidos a pesar de sus claras diferencias.

Vi todo eso en sus corazones, pero también fui capaz de percibir una cosa más:

Esperanza.

El sueño de un mundo nuevo, un mundo mejor bajo la luz del viejo Quinto Sol.

Por eso fue que regresé; para devolverles la esperanza que les robaron los tripulantes de antiguos y gigantescos barcos. Para recordarles que son el pueblo del maíz, y que al igual que él, deben levantarse cada mañana con orgullo, siempre erguidos, siempre de cara al sol.

Mis queridos hijos, hace largo tiempo, cuando dejé este mundo en una barcaza hecha con serpientes entrelazadas,  les prometí que volvería.

Y hoy estoy aquí.

Este día puedo decirles que las plumas que ven adornar mi cuerpo son reales, y que los ojos amarillos que miran con tanta fascinación también son de verdad. Puedo asegurarles, mi amado pueblo del maíz, que este es el ansiado regreso de la serpiente emplumada.

Alcen los corazones y canten con el cenzontle. Entonen conmigo esta dulce melodía, que lleva por título << La promesa cumplida>>…


Original de J.D. Abrego "Viento del Sur"

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