Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de mayo, 2018

La última noche de Morelos

—¡Ponte en pie, José María!—exclamó una voz. Era imposible, estaba solo dentro de aquel calabozo. ¿Quién podría ser el autor de tal arenga?  Levanté la cara con desgano y miré alrededor. No alcanzaba a ver  a nadie. Ni una sola alma se presentaba ante mis ojos. Suspiré aliviado. No necesitaba otra ronda de torturas de esos perros inquisidores. La última vez el objetivo habían sido mis piernas. Las tenía tan mancilladas por los latigazos, que me era muy difícil siquiera ponerme en pie para sentarme en la vieja banca de madera que “adornaba” mi celda. Así que opté simplemente por apoyarme en ella con los brazos cruzados. Era el refugio perfecto para mi maltrecha cabeza. — ¡Levántate José María! ¡Tu pueblo te necesita! Otra vez la voz. ¿Mi pueblo? ¿Cuál pueblo? Los acababa de traicionar apenas hace dos noches. Me rasparon las manos hasta dejarlas en carne viva. Cada movimiento de las navajas sobre mis palmas me había obligado a delatar pequeños detalles del movimiento de Indepen

Murió por la patria

Veracruz, 1914. Segunda invasión norteamericana —¡A las armas! ¡A las armas, he dicho! – ¿A las armas? Sí, creo que eso fue lo que escuché. Tragué saliva e inhalé tanto aire como fui capaz. Todo parecía indicar que nuestros temores sobre la invasión se habían hecho realidad. Qué curioso es este mundo. Hace tan solo unos momentos Carlos y yo estábamos limpiando nuestras armas, y ahora un grito salido de la nada nos invita a tomarlas y disparar. Nos miramos el uno al otro y asentimos fríamente. No queríamos que el temor de nuestros corazones se nos escapara por los ojos, así que inmediatamente nos pusimos en pie y corrimos hacia la entrada del edificio. El comodoro Manuel Azueta agitaba las manos con gran vehemencia. Señalaba insistentemente con dirección al puerto y gesticulaba furioso cada vez que alguien le hacia una pregunta. El capitán Carrión le miraba fijamente sin perder detalle. Cuando vio que la narración del comodoro había terminado, lo invitó a su oficina y cerra

El fantasma del circuito Suzuka

Japón, 1963 — ¿En verdad no sientes ni una pizca de miedo, Masao? – preguntó el reportero sosteniendo el micrófono con las manos temblorosas —¡Ni un gramo! – respondió el piloto mientras se ajustaba los guantes. — ¡Pero es el número 42! Shi-ni. ¡Shingu! Morir, ¿Qué no te da miedo la muerte? — Todos vamos a morir. Eso no me preocupa. Lo único que habita mi mente en estos momentos es el deseo de ganar. Seré precavido, si, como cualquiera de mis compañeros. Pero no seré temeroso. No le puedo tener miedo a viejas supersticiones, soy un piloto de carreras, no una anciana asustadiza. —Pues… te deseamos suerte. ¡Esperamos otra carrera del gran Masao Asano! —Y la tendrán… — finalizó Masao mientras se ajustaba el casco. Fue lo último que dijo. Luego subió a su auto y lo arrancó para dirigirse a la línea de salida. Era un hermoso día en Nagoya. El sol brillaba con todo su esplendor y la gente en las gradas gritaba emocionada cuando veía pasar los autos de sus ídolos. Sin embargo, u

Corazón de Cacomixtle

–Cuéntame de papá – le dijo el pequeño a su madre mientras se acomodaba entre sus brazos. –No sé si ya seas lo suficientemente mayor – le respondió mientras le acariciaba el rostro peludo y le atusaba los bigotes. –¡Lo soy! – exclamó el chiquillo –. Ya tengo edad para saber todo sobre mi padre. –Está bien, está bien – contestó su mamá al momento que asomaba la cabeza por el agujero de su madriguera. Respiró hondo y miró fijamente hacia él frente. Era importante cerciorarse de que ningún zorro o mapache estuviera merodeando por los alrededores. Este era un momento crucial en la vida de su pequeño cacomixtle, y ella no iba a permitir que nadie se lo echara a perder. Volteó hacia la derecha y no encontró más que escombros y viejas piedras roídas por el tiempo. Miró hacia la izquierda con precaución y no halló otra cosa que la vieja madera desvencijada que años atrás había hecho de puerta en aquella casa abandonada. Una vez segura de que estaban completamente solos, retomó e

Selva artificial

Abro los ojos, y lo primero que veo es un rayo de sol que me anuncia la llegada de un nuevo día. El calor que emana del astro rey se escabulle entre mis plumas, reconfortando mis cansadas alas, aliviando la tensión en mis huesos, disipando el frío que dejó la noche tras su amargo paso. Frente a mí se alzan enormes y frondosos árboles, de inmensas copas y ramas tupidas. Mis compañeros revolotean entre sus hojas, apareciendo y desapareciendo en tan solo un instante, celebrando la alegría de estar vivo, la fortuna de vivir libres… Embargado por la felicidad, emprendo el vuelo de cara al sol, y entonces el brillante rey de los cielos se mueve de lugar, primero a la izquierda, y luego a la derecha. Después desaparece, y las ramas frondosas de los árboles se van con él. El chirrido de mis semejantes se disipa poco a poco del ambiente, y el olor a madera fresca se esfuma en un suspiro, dando paso a un aroma seco   y polvoso, igual al de los árboles que llevan mucho tiempo muertos.

La tortuga

Una tortuga pensó que sería buena idea fingirse una roca en medio del lago. Imaginó que así sería más fácil atrapar a los peces que pasaran cerca de ella. Estaba segura de que no había forma más fácil de obtener un delicioso bocado. Algunas veces la estrategia funcionó, y devoró a peces distraídos que ingenuamente la tomaron por una piedra. Pero pronto se acostumbró a dejar de moverse. Sus patas se sintieron más cómodas inmóviles y sin darse cuenta decidió que sería mejor no gastar energía en abrir la boca otra vez. Pasó demasiado tiempo fingiendo ser una roca, y al final, terminó convirtiéndose en una. Original de J.D. Abrego "Viento del Sur"

Escape del antirrábico

Fue una distracción de un segundo. Un empleado descuidado dejó las puertas del camión abiertas. Salí corriendo como un rayo y nadie pudo darme alcance. Ahí, en el antirrábico de Ecatepec comenzó mi viaje. Atravesé la Vía Morelos sin precaución. Más de cinco autos estuvieron cerca de arrollarme. Pero salí ileso. No miré nunca hacía atrás. Mis patas literalmente volaban cuando crucé el Puente del Arte. Me dolía mucho el estómago y tuve que vomitar una vez. Quizá fue producto de las dos patadas que me tocaron horas antes durante mi captura. Mi “regalito” quedó embarrado en las afueras de la Casa de Morelos. No fue mi intención, me sentía muy mal y no pude evitarlo. Sé que Morelos me lo perdonaría. Seguí corriendo frenéticamente y casi instintivamente di la vuelta en la Avenida 30-30. Subí el puente vehicular con el pavimento quemándome las patas. No dejé de avanzar hasta que vi el jardín de la Escuela Normal. Me trepé como pude en el puente peatonal y conté cien escalones de sub

Mi casa

El armadillo avanzaba con paso cansado, llevar su casa a cuestas era una tarea en extremo agotadora. Resoplaba a cada paso, y de vez en cuando sacudía la cabeza para dejar caer las recurrentes gotas de sudor que se amontonaban en su cara. El coyote lo observó pasar y sintió un poco de pena al mirar su expresión fatigada y agobiada. Decidió caminar a su lado y explicarle cuán equivocado estaba. Finalmente se emparejó con el cansino paso del armadillo y dijo: –No deberías llevar tu casa a todos lados. Cuando sales al campo debes dejar todo atrás, especialmente tu hogar. Después de dedicarle una mirada comprensiva, el armadillo respondió sin dejar de caminar: –La gran ventaja de cargar siempre con mi casa, es que sin importar donde me encuentre, allá donde vaya, siempre estará mi hogar. Y eso, mi peludo amigo, jamás lo cambiaría por nada. Original de J.D. Abrego "Viento del Sur"

Juegos de guerra en Tollan

–¡Atención! Todos los cadetes deben reportarse de inmediato al centro de la nave nodriza. El descenso de la capsula de batalla “Serpiente Emplumada” iniciará en menos de 4 medidas temporales. ¡Rápido, no hay tiempo que perder! – ordenó una voz robótica que parecía venir de todas partes. Ce no dudó ni un instante en seguir las indicaciones del omnipresente comandante androide, y rápidamente se ajustó el traje de combate que le permitiría controlar vía neural a su máquina bélica de entrenamiento, el poderoso “Atlante”, hecho de granito de asteroide y metal sideral. Un par de figuras conocidas comenzaron a seguirlo cuando apenas se dirigía al túnel principal de la nave nodriza; eran Tol y Huit-5, su mejor amigo y robot asistente, respectivamente. Sonrió al verlos y apretó el paso; no deseaba llegar a tarde a sus décimos juegos de guerra, ya que si todo salía bien en esta edición, obtendría el grado de Teniente de escuadrón, y sería asignado a vigilar un cuadrante espacial d

Robótica dental

El doctor Vázquez realizaba los últimos ajustes a su más reciente invento: la estructura dental autómata, que buscaba acabar de una vez por todas con las molestias derivadas de perder la dentadura humana original. Fue un largo proceso que involucró días enteros de trabajo en el laboratorio, donde el esfuerzo fue tanto informático como manual. La programación de cada uno de los 32 dientes no resultó tarea sencilla, pues cada uno de ellos tenía una función en particular: el premolar 1 y el premolar 2 realizaban la primera y segunda compresión. Luego el molar alfa trituraba el alimento en cuestión, facilitando que los molares beta y gama prepararan la ingestión completa de la masa nutrimental. Sonaba complicado, ¡Y lo era! Pero resultó más difícil aún conectar los pequeños hilos de fibra óptica que conducían las órdenes de masticado desde el centro de comando neural (un pequeño chip externo que se colocaba en la sien derecha) hasta cada unidad dental. Pero la obra estaba

Temporada de caza

¿Qué fue eso? ¿Habrá sido un disparo? ¿O fue solo el trueno que anticipa la tormenta? Ojala que haya sido eso. No me gustaría ver otra vez a esos cazadores. Ayer nos reunimos todos los patos de la comunidad y compartimos nuestras impresiones sobre los sorpresivos ataques humanos. Al parecer hay algunos detalles que anuncian su llegada, como el olor a carbón quemado con metal o el zacate pisoteado que ya no puede ponerse en pie. También hay cierto rumor de que pueden imitar nuestro canto. A los mayores nos ha parecido totalmente posible, pues conocemos su astucia e inteligencia. Pero los jóvenes dudan de la historia y lo atribuyen a preocupaciones de viejos temerosos y cobardes. Mi hijo está entre ellos. Por eso me ha preocupado tanto ese disparo. Él ha estado volando con los otros muchachos desde el amanecer y quizá no se ha percatado de que los humanos podrían estar cerca. Como desearía que siguiera siendo niño, así lo tendría seguro bajo mi ala, y lo obligaría a permanece

El gato robot y la niña de los ojos tristes

El felino se puso alerta. La presión atmosférica indicada por el barómetro holográfico era de 600 hectopascales. Esto no era precisamente bueno, así que emprendió el camino a casa con celeridad, era imperativo comunicarle a su compañera que una depresión tropical de alto impacto térmico se aproximaba. Trepó con destreza sobre el alambrado de titanio y esquivó hábilmente las baterías solares que proporcionaban energía a los drones de siembra. Apenas entrar a la desvencijada casa de placas de acero lo recibió una caricia. Su leal compañera, la niña de la mirada de triste, le sonreía con una de sus clásicas muecas. El gato se dejó sobar el brillante lomo de tungsteno y luego emitió un curioso e incesante pitido de gran parecido a un ronroneo. La pequeña se llevó las manos a las mejillas para indicar sorpresa, y sin expresar palabra alguna se dirigió hacia el umbral de la vivienda. Parpadeó dos veces y entonces los drones de siembra abandonaron sus labores en el campo de habich

Humanomaquia

La arena está a reventar, nunca en la vida he visto un sitio tan lleno como este lugar. Toda la crema y nata de la sociedad taurina se encuentra presente. Y no es para menos; esta noche, el Matador es el gran Vaquus Valentus – el humanero más famoso de toda Tauritania – campeón invicto durante cinco  temporadas completas de Humanomaquía – el deporte más peligroso del mundo –se enfrentará a cinco furiosos humanos armados con garrotes de cedro y caoba. Muchos dicen que enfrentar a estas criaturas primitivas es un acto de innegable salvajismo, pero la verdad es que en el fondo a nadie le importa lo que suceda con estos animales. Porque seamos sinceros, solo se trata de eso: animales, bestias inmundas de escasa inteligencia, nula utilidad –salvo las hembras, quienes producen una leche de sabor muy agradable – y alta propensión a la violencia. Fue precisamente esa característica suya la que los hizo merecedores de nuestra atención: hace algunos siglos a un grupo de mis antepasados s