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Mostrando entradas de febrero, 2020

Un lecho de flores

Hay hojas secas afuera de nuestra tienda. ¿Será que ya ha llegado el otoño? ¿Tan pronto ha terminado el verano? ¿Llovió? ¿O el Anáhuac habrá sido azotado por la sequía? ¡Quién sabe! Al menos, yo no. Tampoco Cuauhtemotzin. Mucho menos el joven Coanacoch. Hace ya mucho tiempo que no hablamos con el cielo ni con la tierra. Parecen gavillas de años las que llevamos presos bajo el yugo del invasor blanco. ¿Se habrán tornado blancos nuestros cabellos? ¿Los surcos dominarán ahora cada palmo de nuestros otrora lozanos rostros? ¿Se podrá ver la derrota en el reflejo de nuestros ojos? ¿Aún nos recordarán en Tenochtitlán? Es más, ¿existirá esta todavía? Solo los dioses lo saben. Yo no. Tampoco Cuautemotzin. Y ciertamente no lo sabe Coanacoch. Tal vez ya ha caído el Quinto Sol, y ahora en el cielo solo se puede ver la pálida esfera traída por los hombres blancos. Quizá en estos días el único sol es “Tonatiuh” Alvarado, y las nubes, alguna vez dibujadas por el valiente Mixcoatl, han pasado