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Mostrando entradas de septiembre, 2018

Blanco, verde y rojo

Blanco, verde y rojo –¡Cuidado, hermana Consuelo! Nomás hay que asar los chiles, ¡no chamuscarlos! ¬– exclamó la madre Agustina, que vigilaba de cerca toda la actividad en la cocina sin descuidar el meticuloso pelado de las nueces de Castilla. –¡Perdón, madre! Pero es que me pone muy nerviosa el saber que nos visitará el General Iturbide… –Pues nerviosa o no–advirtió la monja superiora–, debes de poner el máximo empeño en la cocina. Recuerda que el fuego es voluble, y en segundos pasa de ser diligente amigo a fiero enemigo. La religiosa asintió con presteza y fijó la vista en las flamas rojiazules que despedía el fogón. Junto a ella, la hermana Beatriz cortaba fruta a gran velocidad. Plátano macho, durazno y manzana formaban pequeños montones sobre la superficie de una vieja tabla para picar que había visto mejores tiempos. El olor que despedía la fruta fresca invadió la habitación, y pronto se mezcló de forma muy singular con el aroma que emanaba de los enormes chiles asados.