Una rana se encontraba reposando cerca de la laguna. Odiaba abandonar su charca, puesto que el hacerlo significaba no solo ceder su comodísimo lugar, sino también arriesgarse a ser devorado por uno de esos hambrientos lagartos.
No había nada que pudiera tentarlo para salir de aquel lugar. Al menos eso pensaba.
De pronto, un delicioso enjambre de mosquitos irrumpió en el pantano. Era su oportunidad para saciar su hambre por semanas.
Lo único malo es que se habían detenido justo en medio de la laguna. Tendría que internarse en el agua y luego saltar de lirio en lirio hasta llegar a los exquisitos bocados.
Suspiró y decidió que no valía la pena.
Luego vio una mosca aterrizar en los carrizos. Esa era una presa más segura. En lo alto de esas plantas ningún lagarto podría alcanzarla.
Brincó hacia los carrizos y devoró a la mosca con facilidad. Cuando estaba digiriendo al insecto una garza pasó por el lugar. Voló bajo para atrapar a la rana y la engulló de un bocado.
La rana se cuidó tanto de lo que había en el agua que se olvidó de lo que había en el aire.
Moraleja: No existe tal lugar como un sitio seguro. Todos los sitios tienen su riesgo, está en ti el ser precavido o no.
Original de J.D. Abrego "Viento del Sur"
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