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Harambe



¿Quién es él? ¿Qué está haciendo aquí? No lo comprendo. No es uno de nosotros. Tampoco es uno de los humanos que cuidan nuestro recinto. Es un enano.

No, es un pequeño, uno de esos cachorros humanos.

Pero, ¿Cómo llegó hasta aquí? ¡Esto es un maldito pozo! Miro hacia arriba y noto gran agitación. Decenas de humanos dementes están gritando sin ton ni son. ¿Qué demonios les ocurre?

Me están poniendo nervioso. ¿Qué debo hacer con el invasor? Quizá esos humanos me están alertando de un peligro. Si, tal vez ese cachorro humano es una amenaza para mi manada y es por eso que gritan tanto.
Si, ¡ya lo tengo! He logrado ponerme frente a él. No podrá hacernos daño, y tampoco podrá escapar. Enfoco la mirada en su rostro. Tiene miedo. Está confundido. ¿En verdad es una amenaza?

No lo parece.

Trago saliva y busco una respuesta arriba. Una mujer hace señas insistentemente mientras lanza exclamaciones repetitivas y burdas. Está aterrada. Quizá es la madre del cachorro humano. Debería de considerar entregarle al pequeño. Voy a hacerlo.
Más gritos. Me confunden. ¿Estaré cayendo en una trampa? ¡Déjenme pensar!

Sujeto al pequeño por el tobillo y doy unos pasos con él. El ruido humano se vuelve más punzante. El estruendo es tal que me cuesta escuchar mis propios pensamientos…

¿Por qué no se callan por un momento? ¡No quiero dañar al cachorro, no quiero!
Pero estoy demasiado confundido. No puedo concentrarme. Sé que debo hacer lo correcto, pero, ¿Qué es lo correcto?

El pequeño humano me mira con temor. Algo malo está pasando, pero no tengo idea de qué es…

Tomo su mano para alejarnos del clamor humano. ¡Cierren la boca, necesito pensar! Quizá si nos ocultamos la situación mejore. Posiblemente todo se calme cuando nos perdamos de vista. Si, seguramente los humanos ruidosos dejaran de gritar cuando no puedan vernos.

Me equivoqué. Cuando subimos las rocas y desaparecemos de su línea de visión el griterío aumenta.

¿Qué demonios está pasando? ¿Por qué me está ocurriendo esto?

No sé qué hacer, no sé qué pensar…
Vamos a salir de nuevo. Voy a intentar tranquilizarme, quizás la amenaza no es real, y solo estoy imaginando cosas. No estoy seguro, pero debo intentar.
Muestro al cachorro. Está bien, no hay necesidad de hacer alboroto.

De pronto siento una punzada en la cabeza. Quizá me picó un mosquito. Me pesan los parpados. Ya no tengo fuerza para sostener al pequeño humano. Tengo sueño. Debo descansar.

Si, tal vez dormir es lo que me hace falta… Estoy seguro de que mañana al despertar la pesadilla habrá terminado…


Original de J.D. Abrego "Viento del Sur"

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