Ir al contenido principal

Las otras Camilas



Es casi medianoche y Camila se depila las cejas frente al espejo. En su mundo adolescente no cabe otra persona que no sea ella, y es por eso que ignora que en otro plano existe una Camila diferente, una que llora frente al espejo porque su madre la ha regañado por llegar tarde a casa.

Esta última se encuentra demasiado triste como para pensar que mientras ella está llorando, hay otra Camila riendo frente al tocador de su habitación, producto de un chiste bobo que le ha contado su mejor amiga a través de un curioso comunicador holográfico.

Y así, conectadas por "algo" que no es más que una simple coincidencia física, las otras Camilas viven, sufren, se maquillan, vociferan y practican extraños e infructuosos ritos de magia frente a un espejo, que sin saberlo, las une y separa a todas al mismo tiempo.

La primera de las Camilas sopla con desgano sobre sus pinzas para depilar, pensando únicamente en el “vía crucis” que le espera mañana en la escuela, pues tiene examen de física y olvidó estudiar.

Una de sus “copias” de otro mundo también mira el espejo con atención. Resopla con fuerza y traga saliva con dificultad, presa de la confusión, la decepción y el temor.

Curiosamente, también mira sus pinzas para depilar, luego las abre y usa una de las puntas para escribir un mensaje en el marco del espejo del baño.

“Adiós” escribe simplemente tras un esfuerzo que dura apenas un instante.

Luego ingiere una pequeña capsula plateada y se deja caer al suelo. Su estómago se arquea durante algunos segundos, una extraña espuma blanca sale de su boca y finalmente su cuerpo deja de moverse.

La Camila número 52 ha dejado de existir y las otras 51 ni siquiera se percataron de su presencia…

Tal vez sea mejor así, el mundo ya es muy complicado lidiando con nuestros propios problemas, y seamos sinceros, nadie en su sano juicio (ni en este mundo ni en los otros) querría también lidiar con los de los demás.


Original de J.D. Abrego "Viento del Sur"

Comentarios

Entradas populares de este blog

Trempulcahue

  Me llaman. Puedo escucharlas con claridad. Sus voces buscan refugio en mis oídos y hacen eco en mi corazón. Y quiero ir, en verdad lo deseo. Pero aquí se niegan a soltarme.  Me abrazan, lloran, se lamentan… Y piden que me quede, que no los abandone, pero yo ya no pertenezco aquí. Es hora; me esperan allá. El cielo se tiñe de naranja, amarillo y púrpura. El viento mece mis cabellos, y un sonido, estremecedor, hace temblar mis manos y pies. Es su llamado. El de los peces colosales que superan en tamaño a nuestros imponentes templos. Son ellos, los gigantes de color gris y azul que no dejan de verse enormes aunque se acerquen al horizonte… Ya vienen. Y es por mí. Casi cien veranos han transcurrido en mi piel, y el momento de pisar otros pastos, beber otra agua y respirar otro aire al fin ha llegado. Mis nietos, ignorantes del ciclo del sol, se aferran a mis manos y farfullan plegarias, apesadumbrados. Mis hijos varones reniegan de los dioses por lo bajo; algunos maldicen la vol...

Teyolîtectiliztli

Hoy no veo poesía a mi alrededor. No me enerva el perfume de las flores ni me maravilla el canto del cenzontle. No me atrae la belleza del amanecer. Tampoco generan emoción en mí la risa de los niños o las dulces voces de las doncellas. Hoy no veo poesía en ninguna parte. Quizá todas las flores se han marchitado. Tal vez todos los sueños se hicieron polvo y volvieron a la tierra suelta. ¡No sé! Y me enfurece no saber. ¿A dónde han ido los colores y las canciones? ¿Por qué han dejado de pasear las estrellas por el firmamento? ¿Es que el mundo se ha vuelto loco? ¿O seré yo quién ha perdido la razón? Echo a andar por el palacio y no veo nada que me devuelva la inspiración. Solo me rodea la arrogancia del hombre, que se envanece transformando la piedra vulgar en escultura ejemplar.  Sin importar a donde mire, la influencia terrenal domina la escena, recordándome – muy a mi pesar– que vivo y moriré en un burdo mundo material. ¿Dónde están los dioses que dieron forma al ...

La noche en que el león conoció al jaguar

<<México-Tenochtitlan, 30 de Junio de 1520>> Regimientos completos de hombres blancos y guerreros texcaltecas huían en desbandada por las calles de Tenochtitlan. Presas del pánico y el miedo, corrían despavoridos en dirección hacia Tlacopan, donde esperaban reagruparse para efectuar la más cobarde de las retiradas. Mi madre nos permitió observar el intento de escape de los farsantes pálidos desde una de las ventanas de nuestra casa. Ella misma se permitió arrojar algunas piedras durante el caos reinante de aquella cálida noche. Recuerdo que mi hermano y yo reímos cuando una de esas rocas le pegó en la cabeza a una de sus enormes bestias de largas patas. El hombre que montaba a aquel monstruo cayó estrepitosamente al suelo. Intentó levantarse, pero jamás lo logró. Uno de nuestros nobles Cuauhpilli descendió sobre él y le atravesó la garganta con su lanza. El hombre blanco ni siquiera pudo dar un último aullido de dolor. Tan pronto como su cuerpo dejó de respirar...