–Salimos al aire en 3, 2, 1…
–Bienvenidos estimados televidentes, a este su informativo matutino. Soy Carmen, y aquí están las noticias. –dijo la conductora mientras acomodaba algunos papeles que se hallaban dispersos en su escritorio–. Hoy se cumplen 434 días del incidente que el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica calificó como “el más descarado intento de invasión de todos los tiempos”; miles de migrantes venidos de diversos países de Centroamérica intentaron cruzar por la fuerza la frontera estadounidense, hecho que propició una inesperada declaración de guerra por parte de los norteamericanos, en primer lugar, para Honduras y Guatemala, y posteriormente para El Salvador. Las repercusiones del conflicto han calado hondo en el ámbito internacional, y hoy, en espera del pronunciamiento oficial de la ONU al respecto, tenemos a Santiago Bertrán, nuestro corresponsal, trasmitiendo en directo desde Managua, hoy la estrella número cinco de la recién formada república de los Estados Unidos de América Central. ¿Cómo te encuentras hoy, querido Santiago? ¿Qué noticias nos tienes?
–Buenos días Carmen, y buenos días respetable auditorio. Me encuentro a las afueras del Palacio de la Cultura, en Managua, aguardando junto con decenas de colegas por el discurso oficial del titular de la ONU respecto a la reciente creación de la republica de los Estados Unidos de América Central. Como bien recordarán, a raíz del conflicto suscitado por el éxodo de migrantes centroamericanos, el presidente estadounidense decidió declarar la guerra a Guatemala y Honduras, en un principio como medida precautoria para contener la ola de personas que pretendía entrar sin autorización al interior de su país. Dicha acción le permitió, según sus propias palabras “usar la fuerza para evitar un daño irreversible a la soberanía nacional”. Tras el uso de respuesta letal contra 5 migrantes, los demás fueron repelidos con gas lacrimógeno y balas de goma. Lamentablemente, tras este primer fracaso, la caravana realizó dos nuevos intentos de irrupción, fortaleciendo así la posición del mandatario americano, quien esta vez obtuvo la aprobación del congreso para que el ejército estadounidense capturara a cerca de un tercio de los llamados “invasores” y los pusiera a resguardo en improvisadas cárceles instaladas en el desierto de Arizona. En respuesta a lo que la prensa internacional consideró como “brutalidad innecesaria”, los gobiernos de Honduras y Guatemala respondieron a las declaraciones de guerra, creyendo que el problema se resolvería de forma diplomática a través de negociaciones de escritorio.
–Hecho que lamentablemente no ocurrió como se esperaba, ¿verdad, Santiago? –inquirió la conductora, mirando sin pestañear a la cámara.
–Así es Carmen. Sin mediar dialogo alguno, el ejercito norteamericano invadió el espacio aéreo guatemalteco (toda vez que el gobierno mexicano se opuso a que su infantería cruzara vía terrestre el territorio nacional) sometiendo al gobierno democrático del país con tan solo dos regimientos de marines y unos pocos helicópteros de clase “apache” como apoyo. Aunque la ONU reprobó los hechos, no se prestó a brindar a ayuda a Guatemala, ni tampoco a la amenazada Honduras. Dos semanas después, el presidente estadounidense ordenó continuar con la campaña de invasión, esta vez en terreno catracho. Tras leves escarceos con el ejercito hondureño, los marines tomaron la Casa Presidencial de Honduras y depusieron al presidente electo. Con dos regentes estadounidenses interinos gobernando dichos países, el ejecutivo norteamericano respondió a la crítica internacional argumentando que “devolverían el mando cuando ambos países gozaran de estabilidad”. Dado que la población civil no opuso resistencia al cambio de gobierno (que ahora había dolarizado su economía), la ONU se vio atada de manos para actuar a favor de los antiguos regímenes democráticos.
–Es en verdad inexplicable, Santiago como la población de ambos países se sometió tan rápido a un gobierno extranjero. Aun hoy, los expertos de política internacional no se lo explican.
–Algunos argumentan–enfatizó el reportero, mirando furtivamente el Palacio de Cultura– que la gente simplemente se encontraba harta de sus gobiernos, y la teórica perdida de “libertad” significó para ellos una significativa mejora en su calidad de vida, puesto que con el fortalecimiento de algunas compañías transnacionales en su territorio (y el establecimiento de algunas otras) obtuvieron la seguridad económica de la que antes carecían.
–Visto desde ese punto… –suspiró la periodista, poco convencida.
–Sí, suena cruel, Carmen, pero eso es lo que opinan algunos expertos en Demografía y Comportamiento Social. En fin… Tras la caída de Honduras y Guatemala, Nicaragua y Belice sufrieron dos terribles golpes de estado en los que hubo una ingente cantidad de muertos y heridos. Tras tres semanas de gobiernos rebeldes, el ejercito norteamericano fue “invitado” a entrar en ambos países, para que luego, sin disparar una sola bala, se hiciera con el gobierno de ambas naciones. En respuesta a la rendición incondicional de dichos países, El Salvador, último bastión libre de América Central, fortaleció su frontera para evitar una posible invasión estadounidense. Dicha acción lamentablemente actuó en su contra, pues el mandatario norteamericano la tomó como una “provocación” directa a sus intereses: con la aprobación unánime de su congreso, declaró la guerra a la República del Salvador, que, a diferencia de sus antecesores, ofreció una terrible resistencia contra el invasor. Centenas de marines estadounidenses fueron emboscados y asesinados en los pasos montañeses y los densos bosques tropicales que rodean las playas de dicha nación.
–Recordemos bien que la jungla no es precisamente el mejor escenario para el desempeño del ejército norteamericano, Santiago. No hay un solo estadounidense que no desee olvidar la guerra en Vietnam – puntualizó la conductora.
–Así es, Carmen, ese fue precisamente el motivo que orilló al secretario de Guerra estadounidense a bombardear vía área San Salvador. Aún hoy es imposible cuantificar la perdida de civiles tras los bombardeos. Tras una intensa semana de ataque aéreo, el gobierno del Salvador decidió rendirse, y los marines ocuparon el Palacio Nacional sin encontrar resistencia. Dado que la economía del país ya estaba dolarizada, la reconstrucción del aparato civil ha sido en cierto modo “sencilla” y ha enfrentado pocas complicaciones.
–Santiago, estoy recibiendo “tuits” de personas que preguntan por el nuevo país “Estados Unidos de América Central”. Al parecer a la gente no le acaba de quedar claro cómo funcionará dicha “republica”. ¿Nos puedes comentar algo al respecto?
–Con gusto, Carmen. Dada la negativa del congreso norteamericano a anexar formalmente cinco entidades nuevas a los Estados Unidos de Norteamérica (bajo el argumento de que la economía del país no soportaría la inclusión a programas sociales, médicos y educativos de millones de personas centroamericanas), el titular del poder ejecutivo estadounidense presentó una iniciativa que otorgaba a los recién adquiridos territorios el tratamiento de “protectorado”, régimen bajo el cual gozarían de un gobernante norteamericano, una moneda con paridad 1 a 1 con el dólar (el llamado “Amero”) y vía libre para acceder a los Estados Unidos, dado que gozarían del mismo pasaporte. La medida se consideró peligrosa en primera instancia, puesto que esto favorecería un nuevo éxodo de extranjeros (irónicamente la causa que dio pie al conflicto). Sin embargo, muy pocos centroamericanos mostraron interés en abandonar sus países, puesto que, según los principales sondeos, se hallaban más que satisfechos con las nuevas condiciones económicas y sociales reinantes en su ahora nuevo país.
–En verdad que no puedo explicármelo, no lo entiendo… pero cada cabeza es un mundo, y eso es un hecho.
–Hasta el día de ayer–prosiguió el reportero sin complementar el comentario de la conductora– la ONU se había mostrado reticente a reconocer formalmente a creación del nuevo país, pero tras un escueto anuncio en redes sociales, el titular de la organización notificó a la prensa internacional que hoy fijarían una postura oficial ante el mencionado hecho. Los expertos afirman que el surgimiento de la republica de los Estados Unidos de América Central será simplemente ratificada; posiblemente haya algunas recomendaciones en materia de derechos humanos, pero salvo eso, se espera poca oposición de la ONU en contra de la iniciativa del presidente americano.
–Santiago, ¿en qué posición deja esto a nuestro país?
–Bueno Carmen, Porfirio Díaz solía decir “Pobre de México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”, y el hecho es que hoy en día no solo estamos cerca de los norteamericanos, sino rodeados por ellos. Analistas europeos han realizado predicciones respecto a los próximos movimientos del mandatario estadounidense, y coinciden en que México se encuentra en un altísimo riesgo de invasión. Sin embargo, también concuerdan en que la toma de nuestro país provocaría una guerra de proporciones épicas, poco costeable para el gobierno del vecino del norte, cuyos esfuerzos financieros se encuentran enfocados en la reconstrucción del Salvador y la modernización de los servicios médicos en los estados de Guatemala y Honduras.
–¿Qué hay de Panamá y Costa Rica? ¿También se encuentran en riesgo?
–Yo diría que no en estado de “riesgo”, sino más bien en estado de “intención”. Los congresos de ambos países evalúan una posible anexión a los Estados Unidos de América Central, medida que los llevaría a compartir el uso del “Amero” y la posibilidad de obtener un pasaporte norteamericano.
–Parece que hoy más que nunca nuestro país se encuentra en una situación precaria… pero ¿Qué es ese ruido? ¿Por qué se desató el griterío a las afueras del Palacio de Cultura?
–Lo que sucede, Carmen, es que el titular del ejecutivo estadounidense ha arribado al lugar. La gente se arremolina en tornó a las barras de contención que impiden el acceso a la entrada del Palacio e intenta (en vano) entablar comunicación con él… todo parece indicar que no se encuentran a disgusto con su nuevo gobierno.
Visiblemente enojada, la conductora del noticiario le dio un enorme sorbo a su taza de café y musitó algo en voz baja que pareció ser un extenso cumulo de groserías…
– Y yo les pregunto, amable auditorio ¿Qué les parece todo este asunto? ¿Vale la pena rendir la soberanía nacional por un placebo económico del que nadie ofrece certeza alguna? ¿En verdad amerita una mejora en la calidad de vida el recibir a un invasor como héroe? ¿Se detendrá ahí la política expansionista de los Estados Unidos? Dígame, usted que nos ve desde casa, negocio o aplicación móvil, ¿cedería su libertad a cambio de una “mejor” vida?
Durante algunos instantes, la periodista permaneció callada, con la mirada fija en la cámara. Luego le echó un vistazo a su teléfono celular y con una sonrisa, reanudó su discurso:
–Me alegra saber, por la enorme cantidad de mensajes que estamos recibiendo a través de nuestras redes sociales, que mucha gente se negaría a hacerlo… esperemos que no haya necesidad de demostrarlo en un futuro próximo, mas si por desgracia nos toca hacerlo, los invito a actuar con autonomía y entereza… Santiago, ¿algo más que desees añadir?
–De momento nada, Carmen, salvo que, al igual que miles de mexicanos, comparto tu opinión. Nos volveremos a enlazar en cuanto el secretario de la ONU arribe a Managua. ¡Hasta pronto!
–Hasta pronto, Santiago. Bueno, regresaremos con más noticias después de un corte comercial. Quédese con nosotros, todavía hay mucho de que platicar…
Original de J.D Abrego "Viento del Sur"
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