Miró hacia abajo con desdén. Allá, muy a lo lejos, se alzaban decenas de hermosos arboles llenos de frutos y flores. Parecían danzar con el viento que venía del norte, e incluso algunas veces, si se quedaba muy quieta y dejaba de respirar, podría incluso jurar que murmuraban viejas canciones, compuestas en un tiempo que ya no existe por personas que ya todo el mundo había olvidado. Se frotó la nariz con el pulgar y el índice. Nuevamente el polvo venido de las montañas buscaba hacerla estornudar. Aguantó cuatro, cinco segundos, pero al final el estornudo la venció. Limpió su nariz con la manga de su vestido y continúo mirando hacia el suelo. No hay muchas cosas que hacer cuando se está encerrada en la torre más alta de un viejo castillo. La única compañía con la que puedes contar es tu propia soledad. Tus pensamientos son tus únicos amigos, aunque a veces también se convierten en tus enemigos. Pensar es lo único que se puede hacer cuando tu miserable existencia s...
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